Ladakh es parte de la región
Jammu & Kashmir del norte de India. Es principalmente budista y queda
enclavada en los Himalayas. Todos sus poblados están cercanos a los 4 mil
metros de altura, y los pasos para moverse de un lugar a otro incluyen el paso
más alto del mundo a 5.630 metros de altura.
"Quedarse por más de 20-25 minutos puede ser dañino para la salud" |
Junto a la altura, los caminos
para moverse de un lado a otro son estrechos, casi senderos en algunos tramos,
con precipicios y muchas de éstas rutas están rankeadas como “las más peligrosas del
mundo”. A esto, hay que sumarle las habilidades al volante de los choferes indios.
De los lugares que he visitado, en ninguno manejan tan mal como en India y en
Bangladesh. Fuimos al Pangong Tso, un lago mitad indio mitad chino, y tuvimos a
un conductor del terror! Que para colmo, antes de llegar al paso de 5.300 metros,
se mete en un hoyo y nos tocó bajar a empujar el jeep. Por suerte el lago era
tan maravilloso e intenso que todo valía la pena.
Aparte de este pequeño detalle
caminístico, Ladakh sigue siendo un lugar de mucha paz. Y acá viene la ventaja
de estar viajando con el Pancho Museo: maneja moto. Se atrevió con el tránsito
indio y con manejar por la izquierda. Arrendamos una moto y partimos entre
montañas y monasterios recónditos. Al final, tuve que guardar la cámara de
fotos y sencillamente disfrutar de las montañas, porque no hay foto que capte
la inmensidad que se siente en estos desiertos de montaña.
También pasamos por la antigua
ruta de la seda entre India y China: Nubra Valley, con la suerte de que Nassim
resultó ser un excelente conductor. Pasamos por villas pequeñas, más
monasterios, ríos, más montañas, y ya que andábamos en la onda tour, había que
hacerla completa. Terminamos el día andando en dromedario por las dunas. Y
Perita, ¡vi uno que lloró!
Con la moto, también fuimos a ver
el proyecto de un ingeniero indio medio rebelde (con el que se inspiraron para
la película “Three Idiots”, que recomiendo verla). Tiene una especie de centro
educativo alternativo con energías limpias y creativas, auto cultivo, deporte y
varios. Hasta hacen una pista de hockey sobre hielo en invierno! Una locura
fenomenal de este indio. Más allá de la descripción técnica, en la que sé estoy
fallando, el lugar tiene un ambiente que no voy a describir acá porque no
podría, pero tengo que mencionarlo al menos, porque fue una visita alucinante.
Y es que la gente de Ladakh tiene
algo. Fuera de lo impresionantes que son
los paisajes de Ladakh, no hay nada como sus habitantes. Todos te saludan con
una sonrisa de paz y un “ju-le” (se
lee yile: hola). Nos quedamos en
Bhoto Guest House en Shey. La manejaba Thinles y su esposa Sonam. Todos los
días nos preparaban cena y desayuno. Uno de los mejores cocineros con los que
me cruzado en la vida. Apenas llegábamos a la casa nos regaloneaban con un chai
o un té de azafrán. Se las arreglaron para que no fuera una estadía más, fue un
hogar. Junto con Payal y el abuelo de Thinles que aparecía sonriendo de repente
a recolectar las manzanas del patio. Todavía los siento hogar.
El día en que nos íbamos, Sonam
nos regaló un momento mágico. Apareció con un atado de telas, vistiendo su traje
típico de mujer Ladaki y nos llama a mí y a Payal. En la bolsa llevaba el
vestido que tenía guardado del matrimonio de su madre y del suyo. Y nos viste a
mí a y Payal con ese tesoro de olor a naftalina. Indescriptible.
De Laddakh partimos a Manali, muy lindo y muy genial, pero sigo extrañando Shey. A Thinles, a Sonam y
a Payal. A este hogar que sigue latiendo entre los Himalayas.
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