Después de los increíbles días en
Ladakh, partimos a Manali, zona de paso. Paisajes increíbles de bajada
de los Himalayas, pero el viaje es del terror. Gracias a que Pancho le tomó el
volante al chofer que se nos durmió no terminamos viendo el valle desde abajo
mismo. Pero sí es precioso.
Manali es mucho bosque, manzanos
y plantas de marihuana que crecen más que el pasto por todo el pueblo. Sólo
pasamos unos días para seguir a Mc Leod Ganj en un “luxury bus” de noche
sin amortiguadores. Llegamos, dejamos las cosas en el hotel, nos dimos el lujo
de un desayuno pituco, nos inscribimos para la charla del Dalai Lama y partimos
a Amritsar, la capital Sikh.
Los Sikh corresponden a una
religión numerosa en India. Su equivalente de Vaticano o de la Meca está en
Amritsar, el Golden Temple. No es que sólo sea Golden, es realmente de oro. Pero
más que el oro y más que la importancia del templo para los devotos Sikhs, a mí
lo que me llama de este templo es el rol político que jugó en la vida de
Indira.
A mediados de los ’80, un grupo
sikh con intenciones independentistas, se tomó la zona cerrando el templo.
India es un país secular, fue una de las grandes luchas de Gandhi y de Nehru. Un país donde todas las religiones tuvieran espacio (*).
Cuando ocurrió esta “toma” en
Amritsar, la estrategia militar, al mando de la Primera Ministra Indira Gandhi
(**), para liberar la zona, implicó grandes daños en el templo. Aunque esto se
reparó, imaginen como quedarían los ánimos si parte de la capilla sixtina se
dañara por estrategia militar y luego se reparara. A pesar de la animadversión
que esto generó entre los Sikhs, Indira no despidió a dos de sus guardaespaldas
Sikhs, quienes le dieron muerte saliendo de su casa el ‘84.
El Golden Temple es maravilloso,
y como siempre, la historia sólo lo hace aún más maravilloso.
Peeerooo…y este es un pero no
menor, sin darnos cuenta, fuimos a Amritsar en fin de semana largo. Fin de
semana que los devotos sikhs alrededor de la India aprovecharon para
peregrinación.
Llegamos a Amritsar después de
pasar la noche en el “luxury bus”. Después de tomar buses y buses desde Mc Leod
Ganj pegoteados de calor. Llegamos y todos los hostales estaban llenos. Los
hoteles de mala muerte habían subido sus tarifas ridículamente. No se podía caminar y eso que las calles las tenían cerradas para
autos. El calor se hacía más intenso entre la rabia de ver pocilgas por mil
rupias. Finalmente pagamos por un hotel insignificante una plata que en India
es desorbitante (1500 rupias!).
Entrar al Golden Temple, ni
pensarlo. La fila daba fácil unas 10 vueltas a una cuadra y media de distancia
más o menos. Saliendo del Golden Temple caminamos más de una hora hacia el
Durgana Temple. Imposible entrar de tanta gente y de una piscina en la que
había que lavarse los pies que estaba negra. En la tarde fuimos a la ceremonia
de cierre de frontera con Pakistán. Todo un show por lo que hemos escuchado.
Imposible ver nada. Un mar de gente que no se ve ni en concierto de Ricky
Martin.
Inicio de la cola para entrar al Golden Temple |
Inicio de la muchedumbre en la frontera |
Llegando, el cansancio de India
nos llevó a hacer lo impensable: fuimos a cenar al Mc Donalds. Como todo en
India, resultó ser un Mc Donalds “same, same, but different”.
Después de todo, que qué les
respondería si me preguntan si vale la pena tanto viaje y tanto agobio por un
templo que solo vimos por fuera?
Pues no les respondería, porque
no es la pregunta correcta.
No se viaja para ir a ver un
templo. Se viaja para conversar todo el bus con la pareja de recién casados que
volvía a Amritsar de su luna de miel en Mc Leod Ganj, aunque no entendieran
nada de inglés. Se viaja para sorprenderse de todo lo que pasa por fuera de la
ventana, hasta de las estatuas gigantes de palomas/loros o pelotas de fútbol
que ponen en los techos de las casas. Para descubrir los últimos modelos
automovilísticos de Pathankot. Para no creer que un chofer pueda dejar 10
segundos libres por minuto sin tocar la bocina. Para ver el sinfín de colores
que da India por la ventana. Para reírse de cómo me sacó de quicio el indio que
no paró de seguirnos tratando de ofrecernos las más horripilantes habitaciones
de Amritsar. Para encontrarse con el Sikh que se tomó uno de sus cinco
preceptos, el de estar siempre con una navaja para defenderse, un poco más a
pecho. Para ir al correo a dejar una encomienda y ver que con máquina de coser
te cosen un saquito. Envuelven, terminan de coserlo a mano y lo sellan con
lacre derretido con vela. Para sentir cada segundo de India. Adonde no se viaja
por los templos. Se viaja porque cada segundo es una experiencia.
¿Se nota el hacha o no? |
Los tuk tuk de Pathankot |
Y por último, a pesar de todos los gurús en
India y de todos los líderes religiosos, me sorprende ver que hay dos "gurús" que
traspasan todas las fronteras:
(*) “Dios no tiene religión”, Gandhi.
(**) Indira hija de Jawaharlal Nehru,
se casó con un farsi de apellido Gandhi y según costumbre india heredada de los
ingleses cambió su apellido, quedando como Indira Gandhi. Se crió en un Ashram
con su padre y con su mejor amigo, Gandhi. Fue Primera Ministra de India muchos
años y no se llevaba bien con Nixon. Una genial.
Geniaaaal!!! yo tp hubiese entrado al templo, no por la cola gigante, ni por el calor, xk soy paciente, pero nica paso por esa agua cochina!!!!
ResponderEliminarJajaja, creéme que toooodo influía, pero el agua estaba más que repugnante, y eso que tú sabes que yo no soy la más higiénica del planeta con esas cosas, jaja.
ResponderEliminarmi hermana la sucia!! jjkjkjjkj :)*
EliminarBuena aventura Nata. Sigue escribiendo tus historias, así tengo una buena excusa para no leer un libro ;)
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