sábado, 25 de octubre de 2014

¡Feliz año nuevo! ¡Feliz 1135!


Bueno, más correcto sería decir, ¡Feliz Diwali! Festival de las luces para celebrar a un dios o una diosa importante para los hindúes y que además es el año nuevo para ellos según su calendario. La verdad, es que no soy la “wikipedia” más confiable, porque entre tanto dios y tanta religión a veces me pierdo. Parece que es año nuevo no sólo para hindúes?…en fin, la cosa es que el 24 de octubre del 2014 se celebró en Katmandú, y había luces y había que celebrar. Y claro, también hay hartos aspectos espirituales incorporados en Diwali, pero creo que me faltan unos cinco viajes más a India y Nepal para hilar y conectar espiritualidades, ritos y dioses (lo siento, el escepticismo se apodera cada vez más y más de mí…).

El asunto es que fue genial. No sólo eran luces, también eran petardos (of cors), eran mandalas de colores en las puertas de las casas, eran dulces y flores que vendían en la calle, eran guirnaldas de flores colgando de puertas y ventanas, era ver las calles de Katmandú bellas, con banderitas de colores que las atravesaban y con los templos y construcciones antiguas de siempre, esos que aparecen de sorpresa a la vuelta de la esquina y no te lo crees.


Les dejo algunas fotos de caminatas y de rincones de Katmandú en el día de Diwali, y ¡feliz 1135!

Dulces típicos.


Nótese el balón de Helio colgando de la bici.

Colores para decorar las puertas con mandalas u otro. 
Vendiendo flores.

Guirnaldas de flores por todos lados. 

Holy dog & Mandala.







Yo celebrando.

El bar de celebración visto desde abajo.


miércoles, 22 de octubre de 2014

La foto casi perfecta

Kathmandu aparte de ser la capital de Nepal, es conocida como el valle de los templos. Hoy fuimos a Bouddanath, la stupa de los mil ojos.

Frente a esta stupa, había un sector lleno de palomas, que me inspiraron para sacar una foto con las palomas volando frente a la stupa.

Lo que fallé en explicarle a mis ayudantas, o que no entendieron, todo depende de quien cuente la historia; es que había que corretear a las palomas pero no cruzarse por delante. La Mae hizo el intento número uno sin mucha gana, y como podrán ver en la siguiente foto, la Tina hizo el intento número dos de la foto con entusiasmo de sobra.


En fin, les dejo la secuencia de la que pudo haber sido la foto perfecta, el “holy dog” del final es un bonus track.





Un par de bonus más: 





martes, 21 de octubre de 2014

Llegamos a Kathmandu

Ayer estaba sentada en la terraza del hotel en Pokhara, un hotel que se escapa del hotel promedio de viaje, esos regaloneos que uno debe darse mientras viaja por muy budget que sea el viaje. Un par de suizos empezó a partir un queso con pan y unas copas de vino. Y me golpeó uno de esos escasos momentos del viaje en los que quisiera estar en casa, sin mochila, con vino y con queso, sin tener que pensar en el próximo bus, sin tener que regatear con nadie, sin que te digan “train arrives at eleven…and sometime”, sin que el bus pare en medio de la nada con un grito de “toilet time!”, y en fin, todas esas cosas que me encantan y me hacen querer seguir viajando, pero que en un microsegundo te agotan. Y así y todo, los suizos no nos convidaron queso.

Llegamos a Nepal tomando un tren nocturno desde mi amada Varanasi a Gorakpur. Un local bus desde Gorakpur a Sonauli. Caminamos a inmigración en vez de tomar ciclo rickshaw. Por suerte. El taco era grande y con calle sin veredas apenas podíamos pasar nosotras. Salimos caminando de India y entramos caminando a Nepal. Un formulario, una foto y un pago. La Visa para Nepal estaba lista. 



Seguimos hacia el primer destino en Nepal, Lumbini, el lugar de nacimiento del Buda.

Wow! El lugar de nacimiento del Buda. No es que ande de peregrina, pero el tema tenía su gracia. En teoría. Un pueblo más en Nepal con 5 hostales en una cuadra y un par de restaurantes. Nos fuimos a la mañana siguiente y llegamos a Pokhara que resultó un sueño.

Leí en alguna parte que Pokhara es “shamefully touristy”. Pero como me dijo una amiga, “y qué si es vergonzosamente turístico?! Al menos se encuentra buen café”. Además,  bosques semi tropicales, lago y los Himalayas abrazando el lago, pues claro que el lugar es turístico. Y qué. Es hermoso.

La parte de los Himalayas que abraza el lago se conoce como Annapurna. El lugar en el que, poco antes de llegar nosotras, hubo una fuerte y terrible tormenta de nieve que implicó la pérdida de muchos. Con esto, la idea del trek al Campamento Base del Everest empezó a desvanecerse. Sumado a que mi tos no se me quitaba del todo, a que la Mae también se resfrío, a que intentamos por todos los medios de comprar los pasajes,  pero no había caso; pues me senté y dije “esto no está fluyendo, no voy a forzar algo que claramente no quiere pasar”. Así que cambio de planes, como siempre, "lo único que nunca cambia es el cambio".   

Detrás de las nubes están los Himalayas.
Los vi, pero andaba sin cámara.


Hoy llegamos a Kathmandu, hasta ahora hemos explorado la cafetería de la vuelta de la esquina, toda una aventura coronada con un blueberry cheescake y una limonada apoteósica. Absolutamente listas para empezar mañana a recorrer la ciudad de los templos y a darnos el tiempo para esos maravillosos rincones cercanos a Kathamandu que ahora exploraremos con más holgura. Después de todo, la primera aventura de Indiana Jones fue en esta ciudad, algún tesoro habremos de encontrar, no? 

miércoles, 15 de octubre de 2014

Mi deuda pendiente.

No vi a un tigre. Vi a dos. Los escuché rugir y todo. Así partió la llegada de la Tina con la Mae, que nos encontraron en Alwar para empezar el viaje con safari. Bien tempranito partimos al parque Sariska para enterarnos que con la Tina no se sale sin desayuno, sino pregúntenle al taxista.  El safari estuvo entrete. Nos encontramos de primera con los tigres. Le siguieron hartos animalitos simpaticones. Volviendo a Alwar no había mucho que hacer, más que seguir las maravillaciones de la Tina y la Maheva con cada viaje en tuk tuk y en ciclo rickswaw. Muy folclórico todo.

Descansando por la tarde en el tau pea del hotel, se nos acerca el manager: “You went to Sariska, right? You saw the tigers?”. Pensamos que era cortesía, pero no. Se no acercó para pedirnos las fotos de los tigres y acto seguido nos enteramos que nuestros cuatro nombres estaban en la prensa local porque habíamos visto a los tigres. Resulta que no hay muchos tigres en Sariska y resulta que no es tan fácil verlos. El salto a la fama fue inmediato. Tres viajes a India y dos apariciones en diarios locales no está mal (la primera fue en Kolkatan Times, en las páginas sociales, of cors).



Seguía en el itinerario el Taj Mahal. Las veces pasadas Kolkata me atrapó y no fui. Esta vez decidí dejar la vuelta a Kolkata para el final, sino SÉ que ocurriría lo mismo, y tenía una deuda pendiente que saldar con el Taj Mahal, a ver si era realmente tan maravilloso como dicen.

No nos quedamos en Agra, nos recomendaron Bharatpur, a una hora de Agra, más tranquilo. Excelente recomendación. Nos sorprendió. El fuerte que rodea la ciudad, el palacio y sus ruinas fueron una linda sorpresa. Pero nada nos preparaba para el cierre del día. Hay cosas que en India las mujeres no hacen. Menos en público. Entramos los cuatro a un lugar que por fuera decía “bar”. Era una cantina. Cantina indian style. Las tres y el Pancho que se llevaba miradas de cuestionamiento. Y nosotras tomando cerveza y la Tina hasta fumando. Los indios no lo creían. Causamos sensación de alguna forma. Hubiésemos entrado mostrando las piernas y salimos de nuevo en el diario local.



Al día siguiente partimos temprano al Taj Mahal. Admito que estaba emocionada. Y sí. Es TAN maravilloso como cualquiera pudiese imaginárselo y no escatimo en palabras para decir cuan maravilloso es, porque cualquier expectativa que uno pueda hacerse es superada por la belleza de este mausoleo. Una oda al amor.




Después del almuerzo en “The Only Restaurant” (así se llamaba), el plus de las ruinas de la ciudad de Fatehpur Sikri a medio camino en la tarde fue el cierre perfecto para el día. Sin cantina esta vez.




Todo marchaba acorde a los planes. Los cuatro lo estábamos pasando genial y seguía la ciudad sagrada de Varanasi en el itinerario. El primer lugar que me repetiría de todos los que he estado en este viaje.

Tren en la noche para llegar antes de medio día, lo que le daba tiempo suficiente a Pancho para recorrer la ciudad, ver el amanecer en el Ganges y tomar el avión de vuelta a Delhi en el que nos abandonaría. Pero como siempre, las cosas nunca son lo que uno planea en India. Primero cuatro horas de retraso en la estación. Razonable para India. Subimos al tren, dormimos. Evitamos ir al “baño” lo más posible (razones obvias), y así el tren que se suponía llegaba pasadito las 11:00 AM a Varanasi seguía y seguía acumulando demoras. Tres horas detenidos en medio de la nada. Más rato detenidos en medio de la nada. Y así, y así, el indian style de los trenes se hacía presente. Llegamos casi a las 11:00 PM a Varanasi. En la mañana el Pancho se levantó temprano para tomar fotos y poder decir “estuve en Varanasi” antes de abandonarnos y sería.

Preguntando por vez 257ava a qué hora llega el tren


Quedamos solo tres.


Estar en Varanasi de nuevo ha sido especial. La rica sensación de lo conocido y la emoción de irse reencontrado con lugares y rincones de esta ciudad laberíntica al lado del Ganges. Mañana partimos viaje hacia Nepal, desde este excelente lugar para despedirse de India (por un tiempo, siempre por sólo un tiempo). 


sábado, 11 de octubre de 2014

De pueblo Hippie en pueblo Hippie

Está claro que India llama al hipismo. Algunos lugares más que otros. Y sin querer hicimos el triángulo de pueblos hippies en India, claro que hay muchos más como Hampi, por ejemplo, pero acá van los datos de los tres que visitamos al hilo, y que demás está decir, me encantaron.

Manali
Llegamos a Manali por el dato de unos finlandeses que conocimos en Delhi. Es un valle boscoso con paredes de montaña que te hacen imposible creer que se puedan construir casas tan arriba, pero las hacen. La gente india de Manali viste con una onda más gitana que me encantó. Manali es muy lindo y sus alrededores también, y sin entender bien por qué, la onda del pueblo y los turistas que lo visitaban eran de hipismo máximo. Tal vez porque cada dos pasos aparecían plantas de marihuana, o tal vez porque hay muchas manzanas. Una de dos.

Mc Leod Ganj
Decir que éste es un pueblo hippie puede resultar un insulto al Budismo. En este pueblito construido en los cerros vive el Dalai Lama a quien India dio asilo junto a muchos refugiados tibetanos. Es un pequeño Tíbet. Precioso y con toda la onda política/pacífica de “Free Tíbet”. Hasta estuvimos en una charla del Dalai Lama. Él es maravilloso. Es PAZ. La irradia.
Y claro, con tanta onda paz, está lleno de centros de yoga, de meditación y la gente pasa como si una tienda de ropa india los hubiese escupido con accesorios y todo.
Lo mejor es la comida tibetana. Los home made tibetan noodles y hasta el té salado con mantequilla, ñami.

Pushkar
De las montañas bajamos a las cercanías del desierto del Rajasthan. Este pequeño pueblo de casas blancas y pasteles, con un lago al medio es el centro espiritual Brahmista. Te piden por tanto respetar sus tradiciones: nada de alcohol, nada de carne, nada de huevos y nada de besos.

A pesar de sus “restricciones”, es centro neurálgico hippie igual, con sus “eggless omelettes” (¡!) que no me atreví a probar y con los pseudo brahmas que te dan una oración con ofrenda para tu familia y luego te cobran una buena suma por cada miembro de tu familia. Yo me negué a pagar, claro, y la paz que me habían dado cambió por pseudo amenazas de mal karma. Me dieron ganas de rezarles un padre nuestro y decirles “ya, ahora yo recé por ti, dame tú mil rupias”.  Para la próxima viajo con rosario. 

Fotos de Manali: 















Fotos de Mc Leod Ganj















Fotos de Pushkar