Ya he contado que acá en Xithlelani los niños andan descalzos por la vida porque les encanta. Hasta yo, dándomelas de hippie, me saco los zapatos y atravieso la villa a pata pelá. Todos se ríen de mí, pero yo me juro shangana, me falta el Xibelani y el balde de agua balanceado en la cabeza.
Para jugar fútbol es lo mismo. Algunos niños llegan con zapatillas, pero mientras juegan ves que aparte de la pelota, las zapatillas también salen volando. Y mis niñas del básket, todas a pata pelá, así que obligada a quemarme los pies en el cemento para no ser menos.
En India, los choferes de rickshaws, el carrito ese que arrastran corriendo con pasajeros, andan a pata pelá. El calor es tan grande, que si usan zapatos o chalupas, la goma se les derrite en el camino, lo que les impide realizar prolijamente su digno trabajo, que es el de ser caballos humanos (literalmente, eso significa rickshaw).
Piececitos de niño, azulosos de frío, cómo os ven y no os cubren, Dios mío!? Recitaba Gabriela Mistral. Porque claro, una cosa es andar a pata pelá donde hace calor y por gusto, otra es con frío y sin opción.Mi amiga Natalie de Inglaterra, vivió sus años de juventud en plena década de los sesenta. Le pregunté un día que tan hippie había sido, más allá de las creencias filosóficas de la vida, claro está. Me dijo que no mucho, que sólo se dejó el pelo muy largo y que se negó a usar zapatos por un año. Y en Inglaterra hace frío. Pero dudo que si la hubiese visto a pata pelá deambulando por la gélida Inglaterra, hubiese cubierto sus piececitos azulosos de frío. En vez, me hubiese unido a su causa, cualquiera fuera ésta (la cosa es unirse a la causa) y así sin zapatos haber recorrido las perfectas y frías calles inglesas.
En Tuncarta, en las glaciales alturas andinas ecuatorianas, las Quichuas ancianas andan también a pata pelá. Con un magno callo protector, pero a pata pelá. Y los caminos de los cerros de Tuncarta no son ni muy amistosos ni muy llanos.
Me estoy empezando a convencer de que los zapatos no son más que otro invento capitalista, otra necesidad inventada por el comercio para que los magnates imperialistas puedan vivir a expensas de nuestras mentes inocentes y manipuladas por la publicidad mercantilista.
En Tailandia, el respeto dicta que los zapatos se sacan antes de entrar a cualquier casa, templo o recinto que no sea calle. Tradición a la que me acostumbré tanto que una vez me saqué los zapatos antes de subirme al auto. Ahora convencida de que los zapatos son sólo un invento capitalista (hace unas líneas sólo lo creía, ahora estoy convencida), no hubiese vuelto por los zapatos que dejé fuera del auto.
En mi súper dúper lucha personal anticapitalista ya dejé de comprar cualquier cosa marca Nestlé y voy avanzando cada vez más en dejar la Coca Cola, por ser éstas, dos empresasque se están robando el agua en África (dentro de otras cosas). Hace rato que dejé de echarle bencina a mi auto en Shell, lo que me salió bien fácil porque nunca he tenido auto, pero digamos que por principio al menos. Me rehúso a ser cómplice de los abusos de Shell en Nigeria. Intento dar preferencia a los pequeños comercios en vez de a las grandes y abusivas cadenas comerciales (excepto cuando hay liquidación). Y ahora, he de continuar mi lucha con la revolución en contra de los zapatos. Una revolución en la que no estoy sola, hasta la Shakira me auspicia. No por nada nombró a su fundación de caridad de benevolencia caritativa “Pies Descalzos” (yo mejor le hubiese puesto “Pata Pelá”, pa’ que sea un nombre más cercano, más del pueblo).
Así que os invito, compañeros y compañeras!A no dejarnos llevar por las manipulaciones del frívolo mercado. A ser libres! A unirse a la causa y vivir la vida: a pata pelá!
PS: Mis alpargatas no entran en la categoría de zapatos capitalistas, así que las puedo seguir usando.
PS: Probablemente cuando vuelva a Chile y me toque ir a una entrevista de trabajo usaré zapatos, pero odiaré al imperialismo por obligarme a hacerlo.
PS: Sin necesidad de caer en fanatismos moralistas, si es que vemos a un niño con los piececitos azulosos de frío, cubrámoselos con un par de zapatitos, pues!
Claramente los zapatos son el mayor y más indigo imperio capitalista ... así que apoyo tu causa con mis zapatos o cualquier cosa puesta en mis pies ... cada vez estoy más convencido que a "pata pelá" duraría vivo a lo sumo un par de horas ... tienen una mañana los y las manes de estas latitudes que a mi me tienen sorprendidísimo.
ResponderEliminarCuando voy a un armado me enfado mucho mucho y reto muy muy duro a las madres cuando veo a sus hijos/as descalzos entre clavos, ojalatas bien oxidadas etc etc.
Aunque cabrona ... he sido capaz de sentirme un poco ahora a pata pelá, cómo lo haces?
Muaks!