La pobreza en India no te da respiro. Está presente en todas partes, es parte del paisaje. No existe lugar de Kolkata, ni los barrios comerciales ni los barrios “cuicos”, en el que no esté. En las noches es peor. En las noches entiendes lo que es la nada. En las noches las calles se llenan de familias completas que viven ahí con absolutamente nada y en la nada. Durante el día las ves pasar. Pero en la noche te das cuenta que no pasan. Que están en su hogar. Cuando caminas por la calle estás entrando y saliendo del hogar de miles de familias. Para estas familias, mudarse a los Slums que muestran en las películas, es un lujo. Irse a un Slum quiere decir “que les ha empezado a ir mejor en la vida”.
Leer a Madre Teresa hablar de la pobreza de India, y de su necesidad de quedarse en Kolkata es una cosa. Estar en Kolkata y sentir esa necesidad es otra.
La congregación que fundó Madre Teresa, Mother, son las Misioneras de la Caridad. Sencillamente el nombre perfecto para estas hermanas.
Cómo partió mi aventura con las hermanas. Desde mi hogar, desde Sudder Street, que merece un capítulo aparte, partí una tarde para inscribirme a Mother House. Después de perderme y de tener mis primeras experiencias preguntando direcciones a los indios en la calle, logré llegar. Llegué antes (¡!!). Y me dijeron que esperara. Entré en una sala muy sencilla. Con unas bancas y un cubo de mármol al medio. Me senté a esperar y por primera vez después de mucho tiempo experimenté paz. Mucha paz. La energía de esa sala era palpable. Al día siguiente me enteré que ese cubo de mármol es la tumba de Madre Teresa de Kolkata.
Sister Margareth me pidió que la siguiera, con esa sonrisa tan especial que luego vi todos los días, porque la sonrisa de esa mujer venía dibujada en su cara, no dejaba JAMÁS de sonreir.
El lugar en el que se inscriben los voluntarios quedaba en otra parte, pero ella iba para allá. Siguiéndola noté que caminar por las calles de India es un arte que hay que practicar. Me costó seguirle el paso, tratando de esquivar los puesto de chai, de no chocar con los mendigos, de los niños que se te cuelgan pidiendo algo, de esquivar los rickshaws, las motos y las vacas al cruzar la calle. Una aventura digna de Julio Verne en diez minutos. Llegué a inscribirme. La sala estaba llena de voluntarios. Antonio, un español, fue el encargado de explicarme como funcionaba la cosa. Las hermanas trabajan en casas, cada una atiende a distintas necesidades de la gente. Hay una casa para niños con discapacidades y enfermedades mentales. Casa para enfermos terminales, para niños con enfermedades, para huérfanos, mujeres con enfermedades mentales. Desafortunadamente la lista era grande. Conociendo los lugares, llené mi ficha con mis datos y esperé a entrevistarme con Sister Mercy Mary. Una tejana que hablaba español y que sospecho no hubiese nunca votado por Bush. Le dije que me pusiera en la casa que recomendara ella. Me preguntó que tal me iba trabajando con niños, y acordamos que iría a Shanti Dan en la mañana y a Shishu Bhavan en la tarde.
Shanti Dan tiene dos casas. Una en la que atienden a mujeres con enfermedades mentales, y otra en la que atienden a niños que no son huérfanos, pero que no pueden quedarse con sus padres por diversas razones. Muchos de los niños tenían a sus madres con enfermedades mentales, o tenían enfermedades que necesitaban atenderse o tratarse en el caso del sida, o sus padres los maltrataban, o niños que si se quedaban en sus casas se morían de hambre.
A Shishu Bhavan sólo fui una tarde, la cantidad de voluntarios era demasiada, y después de conversarlo con Sister Mercy Mery, terminé cambiándome a Kali Gat, donde llegaban hombres y mujeres con enfermedades para recibir tratamiento, o hombres y mujeres con enfermedades terminales para recibir una muerte digna.
Lo que hacíamos en Kali Ghat prefiero dejarlo para otro capítulo. Igual que hablar de mis niños de Shanti Dan. De mi Deepa. De esos ojitos que me robaron el alma.
En la tarde volver al hostal. Ducharse (extremadamente necesario con ese calor). Y ver que plan se pintaba para la noche. El más recurrente, la cervecita en el verde o en tejado de algún hostal (uy! qué nostalgia!!).
Luego volver a la pieza, pisar las cucarachas y otro tipo de bichos para que no te trepen. Chequear que no hayan ratones, dar gracias porque a la pieza no entran los cuervos y a dormir.
Namaste!