Mæt es lo que se dice en danés cuando uno está “lleno después de
comer”. Me pareció un título adecuado para narrar de una semana de
degustaciones en un país con tantas sorpresas culinarias como Dinamarca.
(Hago un paréntesis para decir
que después de una semana en Toscana volveré a Italia, al sur, para seguir con degustaciones,
por lo que dejaré todos los sabores italianos para el mismo post).
Por ahora, Dinamarca, que tal vez
no sea el más cuerdo de los destinos en pleno invierno, pero habiendo tenido la
suerte de no tener ni un día de lluvia, la cordura es una vez más, irrelevante.
Nada nos impidió que camináramos por
Dinamarca y un par de días por Suecia. Digo nos, porque como siempre, cuando
viajo sola, nunca estoy sola. Fui a Dinamarca a ver a Marie, a quien no veía
desde que trabajamos juntas de voluntarias en Kolkata, en el primero de mis
viajes a India.
Para dar a entender mejor porqué
fue tan extraordinaria esta semana escandinava, fotitos.
Castillos. Muchos castillos grandilocuentes.
Como el de Kronborg, en donde Hamlet
ocurre.
El arte moderno está diseñado
para selfishss.
Hans Cristian Andersen. El
escritor de La Sirenita y de tantos otros cuentos admirables (no comparar con versiones/final
feliz de Disney!).
Los sensacionales smørrebrød, mantequilla
y pan literalmente, una especie de sándwich abierto.
Atardeceres inesperados en Suecia.
Paseos por acantilados suecos.
Delicias sencillas. Como los completos
con adicitiva remolade, cebolla
crispy y pepinos. Y los daneses (the real
ones, no la decadente versión Starbucks de un Cinnamon Roll).
Ir a comer a uno de los
restaurantes más pitucos de Copenhagen. P-I-T-U-C-O. Porque justo llegué en la “Dining Week”. Menús de tres platos más
menú de vinos, todo por el precio de lo que normalmente costaría un plato. ¿Y
después de comer en un restaurante p-i-t-u-c-o? Café con pasteles.
Volver a casa después de caminar
todo el día para encontrarme con una cocinera nativa y sus recetas ancestrales,
the real danish.
Tener escondites para raw cakes y chocolates calientes.
Bares con cervezas caseras.
Pasear por una de las ciudades
más lindas, donde hasta caminar al kiosko de la esquina es un paseo.