lunes, 16 de febrero de 2015

MÆT

Mæt es lo que se dice en danés cuando uno está “lleno después de comer”. Me pareció un título adecuado para narrar de una semana de degustaciones en un país con tantas sorpresas culinarias como Dinamarca.

(Hago un paréntesis para decir que después de una semana en Toscana volveré a Italia, al sur, para seguir con degustaciones, por lo que dejaré todos los sabores italianos para el mismo post).

Por ahora, Dinamarca, que tal vez no sea el más cuerdo de los destinos en pleno invierno, pero habiendo tenido la suerte de no tener ni un día de lluvia, la cordura es una vez más, irrelevante.  Nada nos impidió que camináramos por Dinamarca y un par de días por Suecia. Digo nos, porque como siempre, cuando viajo sola, nunca estoy sola. Fui a Dinamarca a ver a Marie, a quien no veía desde que trabajamos juntas de voluntarias en Kolkata, en el primero de mis viajes a India.

Para dar a entender mejor porqué fue tan extraordinaria esta semana escandinava, fotitos.


Castillos. Muchos castillos grandilocuentes. Como el de Kronborg, en donde Hamlet ocurre.



El arte moderno está diseñado para selfishss.



Hans Cristian Andersen. El escritor de La Sirenita y de tantos otros cuentos admirables (no comparar con versiones/final feliz de Disney!).



Los sensacionales smørrebrød, mantequilla y pan literalmente, una especie de sándwich abierto.



Atardeceres inesperados en Suecia.



Paseos por acantilados suecos.



Delicias sencillas. Como los completos con adicitiva remolade, cebolla crispy y pepinos. Y los daneses (the real ones, no la decadente versión Starbucks de un Cinnamon Roll). 




Ir a comer a uno de los restaurantes más pitucos de Copenhagen. P-I-T-U-C-O. Porque justo llegué en la “Dining Week”. Menús de tres platos más menú de vinos, todo por el precio de lo que normalmente costaría un plato. ¿Y después de comer en un restaurante p-i-t-u-c-o? Café con pasteles.





Volver a casa después de caminar todo el día para encontrarme con una cocinera nativa y sus recetas ancestrales, the real danish



Tener escondites para raw cakes y chocolates calientes.



Bares con cervezas caseras.



Pasear por una de las ciudades más lindas, donde hasta caminar al kiosko de la esquina es un paseo.