domingo, 29 de enero de 2012

Tiramisú de ajo.


Tiempo atrás, meses atrás, a Sasha le dio por hacer tiramisú para el postre del domingo. Logramos conseguir el preciado queso mascarpone que para sorpresa de nadie en Malamulele no venden. Preparó el tiramisú el sábado siguiendo la estricta receta que un amigo italiano me había mandado. Todo listo para el almuerzo dominical excepto por un pequeño detalle… Sasha guardó el tiramisú en el refrigerador junto a un frasco de ajo molido.
El miércoles pasado fue mi último día en Malamulele y el gusto de las despedidas es tan horroroso como el tiramisú de ajo.
No dan ganas de decir que te vas. No dan ganas de hacer despedidas. Dan ganas de aparecer de repente en la casa de esa familia que te hizo sentir en casa y sin preámbulo decir que te marchas. Es una utopía alcanzar tanto egoísmo. La realidad es la que te enfrenta a decir adiós.
Decirle adiós al Nyiko. Cómo decirle adiós si lo único que quiero es volver y verlo otra vez? Jamás esperé aprender tanto de un niño de catorce años. Cómo decirle adiós a la gente de Rhulani si lo único que quiero es quedarme con ellos? Cómo decirle adiós a las familias de Xithlelani? Cómo decirle adiós a mis amigos del colegio? Cómo decirle adiós a la Thembi? Cómo decirle adiós a la Lidia?
No quería decir ese adiós, pero a la vez, no quería alargar más una estadía que ya cumplió su fin. Quiero volver a ver a todos esos que se me clavaron en el corazón, pero en otro viaje. Éste terminó y con lo difícil que es, era hora de partir.
Me siento feliz con las pequeñas tareas que se hicieron por allá. Creo que al menos uno de los monstruos aprendió matemáticas, espero que algo más. Creo que en la administración del colegio algo se avanzó, y por sobre todo, creo que sin ser mucho lo que se hizo en Rhulani, sí significó mucho para la gente de ese lugar, si es que se puede decir que Rhulani es un lugar. Para cada uno de los niños y niñas que salían corriendo a recibirte antes de que llegaras siquiera. Para cada uno de ellos que vio un poco de esperanza. Para cada una de las mujeres que dijo sí a la oportunidad de aprender un poco más. Para cada una de las personas que fuimos a Rhulani y que no podíamos creer que tanta alegría existiera entre tanto barro (Cierto Joja? Cierto Milion?).
Para Ineedyou que le roba el corazón a cualquiera. Para Matimu, para quien lo políticamente correcto no existe. Para la Thembi, que aunque no quiera admitirlo, me va a extrañar! Para la Jacinta, más conocida como Chakalaka Godess. Para Maneka y Joshua, para sus sueños. Para la Lucy, para su anhelo más profundo de surgir. Para los zimbabweños, para su pretensión de hacer un buen asado. Para mis monstruos, para que maduren algún día. Para la Lidia, para sus ganas de plantar sonrisas. Para los Fernández, en especial para la Khensani y ese último beso que le robé, aunque haya sido porque su papá le dio dos rands a cambio. Para Kokwana George, para esa paz que te hacía sentir. Para la Rose Kobhani, que sabía perfectamente lo que enojona significa en castellano. Para el Eddie, para toda su experiencia y todo su cariño. Para la Tariro. Para la Mihloti. Para mane Lis.  Para mis basquetbolistas. Para el Nhlamulo, el Ndzalama y el Tanaka. Para la María y su Sophie. Para Voni. Para mis gemelos futuros revolucionarios. 


Para el Nyiko. Más que para él para mí. Por ser él de esas personas que ni la ficción puede imaginarse. Para él. Para mi Nyiko mil veces y una más.