Ya va un mes en este perdido rinconcito sudafricano de la provincia de Limpopo llamado Malamulele, que aunque es pequeño, permítanme contarles que tiene categoría de pueblo, no de villa. ¿Por qué? Pues porque tiene un Kentucky Fried Chicken, y con eso ya somos pueblo, qué mejor indicador para categorizar un lugar?Claro que las peluquerías, restaurantes y mercadillos callejeros con todo el estilo que cuatro palos y un toldo de plástico pueden aportar, siguen vigentes.
La que no tiene categoría de pueblo, y que sigue en su adorable ranking de aldea, es Xithlelani. A una hora caminando, o a 15 minutos en auto (el que ya manejo y por la izquierda, siempre mucho mejor con las izquierdas, no?), está esta aldea con calles de tierra y llena de contrastes en sus construcciones. Mientras está plagada de “pintorescas”casas redondas con sus techos de paja, también ves muchas casas con un pretencioso estilo kitch de mansiones, con pilares, columnas y que perfectamente encontrarías en un barrio alto capitalino. Cuando los familiares migran a las grandes ciudades, mandan plata que las familias usan para sus lujosas casas en los suelos de tierra roja de Xithlelani. Al menos ésa es la explicación que me dieron cuando pregunté por esta notoria diferencia.
Pero sin importar como sea la casa, todo el mundo te saluda, en Xithlelani y en Malamulele. De a poco los saludos a extraños son menos y empiezan a ser más saludos a conocidos. Los niños saludan preguntando en forma interminable “How are you?”, sin importar cuantas veces respondas “Fine, and you?”. Aún lo encuentro adorable, a ver si pienso igual en unos meses más, jeje. Y los más traviesos solo te apuntan y te gritan “Mulungo, mulungo”, que quiere decir, “Blanca, blanca!”.
En Xithlelani los niños se ríen de las diez palabras que me sé en Xi-tsonga y se ríen porque soy narigona. Se ríen porque miraste para el lado, se ríen porque te moviste o sólo te apuntan y se ríen, cualquier excusa sirve para soltar una risa. La risa se da tan fácil. Una risa vibrante, no con la timidez de la risa india o la quichua, no es picaresca como la guayaca o la chilena, es vibrante y fuerte, con ritmo. Todas ellas atesorables, pero me encanta como en las risas de los niños puedes ir encontrando una caracterización de la gente de un lugar (o de repente yo me lo invento, pero da igual, mientras sigan las risas, da igual).
De esas cosas entrañables que te hacen el día. Están el “Hello” y que te respondan “Fine and you”. Está las señora del supermercado que llevaba su carro semi vacío, pero una gran bolsa de papas balanceada en la cabeza (la de cosas que pueden llevar en la cabeza!).Y están los dos accesorios más relevantes de la mujer Malamulesense: la peluca y la toalla. La toalla es multiuso, se usa para llevar la guagua a la espalda, se usa de falda, se usa de poncho si hace frío. Y las pelucas. Como a las africanas no les crece el pelo, muchas usan extensiones o pelucas. El pelo de una barbie es menos sintético que algunas pelucas. Y las hay con “estilo propio” (digámoslo así para mantener la diplomacia). Varias veces me han preguntado dónde compré mi pelo.
No me ha tocado comer nada raro aún, pero se vienen los saltamontes fritos y el guiso de gusanos, que de todas formas, no me quejo si no me toca probarlos. Y el “pap”, una cosa de polvo de maíz que parece puré de papas pero que es como un engrudo y que no sabe a nada. Pero aunque no sabe a nada, después de la cuarta cucharada, cuesta seguir tragándolo (por cuchara entiéndase que también puede ser la mano). Y es LO que comen por acá a toda hora. Prefería el interminable arroz de Ecuador.
Con el xi-tsonga voy avanzando, pero hay palabras que me tienen en desafío. Como “Mabele” que significa maíz, pero “Mabeele”, significa teta. La cosa es que olvido cual es cual. O “Fuchela”, que significa visitar, pero “Fuchela” significa tirarse un peo, así que da un poco susto decir que vas a visitar a alguien. Para ellos hay una clara diferencia de pronunciación, será que tengo pap en los oídos, porque no la distingo. La que sí pude diferenciar es guagua de tomar. Una es Nwana y la otra es N’wana. Queda clara la diferencia, no?
Ah! Y por último: he ido a misas. A varias. Aunque mis razones no son muy católicas. Voy por esa masa de voces negras que cantan a capela en Xi-tsonga. No se me ocurren palabras que no sean siúticas para describir la sensación que te da escuchar los cantos de las misas. Y fui a un bautizo masivo. Ojalá fueran todos así! Gritando, aplaudiendo, cantando con cada persona que bautizaban. Y en el baño de agua en la cabeza, claro está, salió una peluca volando, cosas que pasan…
Las experiencias de trabajo en la escuela y en la villa las dejo para más adelante, así hay más que contar, que ahora estamos solo empezando. Tomando la cosas con calma, que acá la gente vive sin stress y para seguir estresada, mejor me quedaba en Santiago, no?
PS: En Xithlelani hay un Bao bab. Una pena que El Principito haya tenido que arrancarlos de su pequeño planeta, porque son hermosos!!